Uno de los principales errores de percepción de la Lógica que opera en la Economía del Éxito-Fracaso, es la creencia inconsciente o consciente de que si fracaso, es porque hice las cosas mal. Cuando no se entiende la funcionalidad del fracaso, se toma como un error de actos, y la persona se siente culpable por haber cometido actos erróneos que le llevan a una situación de fracaso. Por no haber hecho las cosas bien, por no haber hecho lo correcto...etc.
En un mundo que se mueve por la Economía del Éxito-Fracaso, es dificil explorar conscientemente el Fracaso, puesto que uno de los principales broches con los que nos encontramos ahí es la mirada ajena. Bien sea de pena, de reproche, de decepción...etc., el otro te va a mirar observando cómo él cree que tú te equivocas. Ahora bien, aprovechar entonces el Fracaso para salir de la referencia externa de la mirada de otros, para recuperar qué es lo que verdaderamente me mueve por dentro, tomarse el tiempo de discernir lo que uno es en esencia entre todos los susurros mentales externos.... etc.
Estamos ante una perspectiva de la vida completamente diferente, la cual me invita a incluir el fracaso, y todas las sensaciones que conlleva sentir que soy un fracasado tanto para la perspectiva social, como para la perspectiva del clan o manada a la que pertenezco.
Poder darme cuenta de la diferencia entre los actos que parten de buscar el éxito, a lo que es la toma de conciencia en sí misma del error, hace una gran diferencia en lo que estoy generando. Estoy generando conciencia en el segundo caso, en el primero estoy consumiendo una lógica prefabricada, un programa ya hecho.
A medida que puedo ir incluyendo la frustración y el fracaso, me doy cuenta de que, cada vez más, estoy saliendo de la polaridad Exito-Fracaso, para entrar en una Conciencia Impersonal que va percibiendo el tesoro de ser consciente de la lógica de cada experiencia, y de abrirnos al propósito que hay detrás de cada una de ellas.
Para ser verdaderamente en esencia lo que soy, y real y genuinamente auto-referente, tengo que pasar, necesariamente, por asumir el fracaso de mis propios actos, asumir mis propios errores, porque la referencia externa toma fuerza cuanto menos dispuesto estoy a equivocarme.
Cuanto más asumo la posibilidad de que puedo fracasar, más capacidad de auto-referencia tengo. Cuanto menos permito el fracaso, más referencia externa necesitaré, porque preciso que los demás avalen, aprueben lo que hago, de modo que me sostendré en su perspectiva para no defraudarles.
En un mundo que se mueve por la Economía del Éxito-Fracaso, es dificil explorar conscientemente el Fracaso, puesto que uno de los principales broches con los que nos encontramos ahí es la mirada ajena. Bien sea de pena, de reproche, de decepción...etc., el otro te va a mirar observando cómo él cree que tú te equivocas. Ahora bien, aprovechar entonces el Fracaso para salir de la referencia externa de la mirada de otros, para recuperar qué es lo que verdaderamente me mueve por dentro, tomarse el tiempo de discernir lo que uno es en esencia entre todos los susurros mentales externos.... etc.
Estamos ante una perspectiva de la vida completamente diferente, la cual me invita a incluir el fracaso, y todas las sensaciones que conlleva sentir que soy un fracasado tanto para la perspectiva social, como para la perspectiva del clan o manada a la que pertenezco.
Poder darme cuenta de la diferencia entre los actos que parten de buscar el éxito, a lo que es la toma de conciencia en sí misma del error, hace una gran diferencia en lo que estoy generando. Estoy generando conciencia en el segundo caso, en el primero estoy consumiendo una lógica prefabricada, un programa ya hecho.
A medida que puedo ir incluyendo la frustración y el fracaso, me doy cuenta de que, cada vez más, estoy saliendo de la polaridad Exito-Fracaso, para entrar en una Conciencia Impersonal que va percibiendo el tesoro de ser consciente de la lógica de cada experiencia, y de abrirnos al propósito que hay detrás de cada una de ellas.
Para ser verdaderamente en esencia lo que soy, y real y genuinamente auto-referente, tengo que pasar, necesariamente, por asumir el fracaso de mis propios actos, asumir mis propios errores, porque la referencia externa toma fuerza cuanto menos dispuesto estoy a equivocarme.
Cuanto más asumo la posibilidad de que puedo fracasar, más capacidad de auto-referencia tengo. Cuanto menos permito el fracaso, más referencia externa necesitaré, porque preciso que los demás avalen, aprueben lo que hago, de modo que me sostendré en su perspectiva para no defraudarles.
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