Todo gobierno, que no sea una dictadura, tiene una oposición.
Veamos esto en el interior de uno mismo.
Las ideas, u observadores, con los que me identifico, en el momento en el que les pongo una identidad, entro a explorarlos en su “polaridad”, de modo que me voy a encontrar con las dos partes de esa idea u observador. Así, yo me identificaré con una de las partes, y encontraré ahí fuera la parte que yo descarté y dejé en mi “inconsciente”, proyectada para que lo inconsciente sea visto.
Así se me presentarán delante personas o situaciones que me muestren la “oposición” a aquella idea a la que yo me identifico, a la que me aferro.
El impulso de la identidad es el de “protegerse” de la oposición. Si hay un exceso de sensibilidad ante ello, se puede generar también un exceso de protección, lo que puede dar lugar a una dictadura; es decir, una situación en la que no acepto las ideas “contrarias” de nadie.
Otras situaciones tienen observadores que se dejan influenciar totalmente por las palabras de esa oposición, de modo que su gobierno es dirigido por otros. Como los antiguos Reyes que tenían a sus "validos".
Otros observadores tienden a constituir su identidad como oposición misma, basando gran parte de su gobierno interno en señalar los errores afuera.
Cada observador puede mirar dentro de sí cómo se constituye su gobierno interno. Y seguramente todos tenemos una combinación de todos éstos, o en determinado momento nos identificamos más con uno concretamente. Igual, para otras personas actuamos desde el observador desde el cual el otro actúa para mí. Por eso es iportante que veamos esto como "observadores globales" y no como identidades particulares.
La cuestión es que esa oposición ejerce un papel extraordinariamente importante, pues va a SEÑALAR cada uno de los puntos de potencial que la persona tiene bloqueados porque lo ocupa el miedo a ser lastimado, la ira, "un valor del alma", o cualquier tipo de carga.
A medida que puedo abrirme a esta otra perspectiva de la oposición, puedo ver que un gobierno SALUDABLE no funciona sin una sana oposición. Igualmente, mi identidad, al incluir a la oposición, permito que sea descascarillada en esos puntos en los que la tengo amurallada.
Así, mirando a mis gobernantes, ellos me muestran que no les gustaría tener al otro delante diciéndoles lo que les dice, o bien, que tratan de integrarlo por un VALOR que nos dice que hemos de ser civilizados e incluir a todos en el diálogo. Sin embargo, ninguna de estas dos vías viene de forma natural por la visión de que el otro y yo, somo sencillamente dos perspectivas polares del mismo observador. Si somos la misma cosa, no hay por qué incluirlo por valores, y no hay por qué excluirlo tampoco. Solo observo, desde un lugar de perspectiva más amplia, que somos la misma cosa.
Esta perspectiva más amplia no viene por una idea, por un autoconvencimiento, ni porque yo crea que "todos somos lo mismo". Esta perspectiva más amplia es una visión tan transformadora que el simple VER muta absolutamente mi identidad.
Aquí les dejamos un pequeño artículo guía de ese enlace con esa otra perspectiva de la que hablamos: http://88sincronizando.blogspot.com.es/2016/04/enlace-logico.html
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