Voy a hacer con ustedes, si me lo permiten, un ejercicio de honestidad bruta con respecto al tema de la publicidad, porque parece que hay siempre muchas dudas al respecto, y empieza a ver un detalle de Fotogramas “ya visibles” muy interesante para compartir.
Cuando uno empieza a compartir estos temas de transformación, (o quizás a ustedes les suceda a cada uno con sus propias tareas, comercios, negocios...etc.), surgen un montón de observadores sobre lo económico, sobre la publicidad... dudas sobre “desde qué lugar estoy haciendo esto”. Es decir, uno se plantea de qué forma compartir lo que vivimos y de qué forma esto se relaciona con el ámbito económico. En ese planteamiento está en juego algo esencial: poder compartir y mostrar un aporte original, y observar lo “intermediario” que nos aleja de lo original y que nos puede llevar a enturbiar el proceso.
Por ejemplo, uno quiere hacer un taller, porque siente ganas de compartir lo que observa, tiene un entusiasmo y sabe que en esos talleres se mueve algo tremendo. Hasta ahí todo perfecto. Si quieres hacer un taller, tienes que informar a la gente. Entonces surge la duda: ¿qué diferencia hay entre hacer publicidad e informar a la gente de lo que hago? Pues a lo externo puede que no haya ninguna; sino que la principal diferencia está en DESDE QUÉ LUGAR LO HAGO YO, y ahí, poco importa lo que perciban los demás, pues lo único esencial es que yo sea absolutamente sincero/a conmigo mismo/a para saber desde qué lugar lo estoy haciendo y, sobre todo, no demonizarme por ello.
Aquí es esencial, para mí, darme cuenta de que mi “yo”, es un sistema de referencias, y no un bloque unitario. Es decir, unos observadores de ese sistema de referencias, van a querer hacer publicidad porque van DETRÁS DE LA ENERGÍA. Es así, porque es parte del programa de supervivencia, así que no nos juzguemos por ello. Desde esos observadores, yo estoy pretendiendo tener las suficientes personas en mis talleres como para cubrir gastos y ganar algo de dinero para mí. ¿Hay algo de malo en ello? NO, por supuesto que NO, la cuestión es que es la forma LINEAL de manejarnos en lo económico, y estamos saliendo de esa forma, por eso es importante ver que estoy actuando con el programa y no creerme que estoy ya manejándome con la energía del propósito, porque estaré en un auto-engaño tremendo.
Cuando puedo observar a esos observadores con total sinceridad, sin juicios, con un, diría, abrazo amoroso, entonces puedo comenzar a ver cómo se desarrolla todo el programa en mí, y ese VER me proporciona una LIBERTAD con respecto al mismo, extraordinaria. Es solo entonces que voy a empezar a ver la importancia de lo que sucede en un encuentro, en un taller, de forma MULTIDIMENSIONAL, y ver que lo material es solo uno de los planos que están en juego. Veré también cómo, desde el programa, lo material se coloca como uno de los principales fines, y ahora, es solo un plano más a observar. Lo entenderé de una forma completamente diferente, y así damos un giro enorme en la percepción y en el lugar desde el cual informamos de nuestras actividades. Sin embargo, como todo en este proceso es paradójico, si no informo, si no observo el programa, si no asumo que tengo observadores que van detrás de la energía, si no observo cómo me preocupo por el dinero, ese autoengaño me mantiene atado al programa.
Esto sucede porque pongo el PARECER por delante del SER. Es decir, quiero que los demás vean que no hago publicidad, quiero que los demás vean que no estoy vendiéndoles ninguna moto, quiero QUE LOS DEMÁS VEAN que estoy en propósito... etc...
Y así, cuando estoy manejándome por el PARECER, curiosamente se pierde mucho de compartir. Es decir, por ejemplo, si yo me digo ahora: “no quiero que los demás piensen que estoy haciendo publicidad de mis libros y de los de José (mi marido)”, entonces no comparto cosas que están en los libros y que es importante que compartamos porque deben ser PÚBLICAS. Si pongo por delante el PARECER, entonces no hablo, por ejemplo, de la enorme mutación que me ha producido corregir el libro de José, para que nadie piense que estoy dorándole la píldora por ser mi marido, y entonces se pierde el excelente aporte por una falsa humildad muy propia del cuarto divergente, que no es más que una soberbia espiritual, un PARECER.
Esto, amigos, es parte de ASUMIR LA VALENCIA de uno. Independientemente de que otros vayan a pensar que uno hace publicidad, que uno es soberbio, que quiere vender, que está alabando a alguien... etc., uno hace lo que tiene que hacer cuando asume su valencia, porque entonces es cuando verdaderamente estamos poniendo por delante el SER, y observando sencillamente al PARECER con un AMOR que es capaz de incluirlo y transformarlo.
Cuando uno empieza a compartir estos temas de transformación, (o quizás a ustedes les suceda a cada uno con sus propias tareas, comercios, negocios...etc.), surgen un montón de observadores sobre lo económico, sobre la publicidad... dudas sobre “desde qué lugar estoy haciendo esto”. Es decir, uno se plantea de qué forma compartir lo que vivimos y de qué forma esto se relaciona con el ámbito económico. En ese planteamiento está en juego algo esencial: poder compartir y mostrar un aporte original, y observar lo “intermediario” que nos aleja de lo original y que nos puede llevar a enturbiar el proceso.
Por ejemplo, uno quiere hacer un taller, porque siente ganas de compartir lo que observa, tiene un entusiasmo y sabe que en esos talleres se mueve algo tremendo. Hasta ahí todo perfecto. Si quieres hacer un taller, tienes que informar a la gente. Entonces surge la duda: ¿qué diferencia hay entre hacer publicidad e informar a la gente de lo que hago? Pues a lo externo puede que no haya ninguna; sino que la principal diferencia está en DESDE QUÉ LUGAR LO HAGO YO, y ahí, poco importa lo que perciban los demás, pues lo único esencial es que yo sea absolutamente sincero/a conmigo mismo/a para saber desde qué lugar lo estoy haciendo y, sobre todo, no demonizarme por ello.
Aquí es esencial, para mí, darme cuenta de que mi “yo”, es un sistema de referencias, y no un bloque unitario. Es decir, unos observadores de ese sistema de referencias, van a querer hacer publicidad porque van DETRÁS DE LA ENERGÍA. Es así, porque es parte del programa de supervivencia, así que no nos juzguemos por ello. Desde esos observadores, yo estoy pretendiendo tener las suficientes personas en mis talleres como para cubrir gastos y ganar algo de dinero para mí. ¿Hay algo de malo en ello? NO, por supuesto que NO, la cuestión es que es la forma LINEAL de manejarnos en lo económico, y estamos saliendo de esa forma, por eso es importante ver que estoy actuando con el programa y no creerme que estoy ya manejándome con la energía del propósito, porque estaré en un auto-engaño tremendo.
Cuando puedo observar a esos observadores con total sinceridad, sin juicios, con un, diría, abrazo amoroso, entonces puedo comenzar a ver cómo se desarrolla todo el programa en mí, y ese VER me proporciona una LIBERTAD con respecto al mismo, extraordinaria. Es solo entonces que voy a empezar a ver la importancia de lo que sucede en un encuentro, en un taller, de forma MULTIDIMENSIONAL, y ver que lo material es solo uno de los planos que están en juego. Veré también cómo, desde el programa, lo material se coloca como uno de los principales fines, y ahora, es solo un plano más a observar. Lo entenderé de una forma completamente diferente, y así damos un giro enorme en la percepción y en el lugar desde el cual informamos de nuestras actividades. Sin embargo, como todo en este proceso es paradójico, si no informo, si no observo el programa, si no asumo que tengo observadores que van detrás de la energía, si no observo cómo me preocupo por el dinero, ese autoengaño me mantiene atado al programa.
Esto sucede porque pongo el PARECER por delante del SER. Es decir, quiero que los demás vean que no hago publicidad, quiero que los demás vean que no estoy vendiéndoles ninguna moto, quiero QUE LOS DEMÁS VEAN que estoy en propósito... etc...
Y así, cuando estoy manejándome por el PARECER, curiosamente se pierde mucho de compartir. Es decir, por ejemplo, si yo me digo ahora: “no quiero que los demás piensen que estoy haciendo publicidad de mis libros y de los de José (mi marido)”, entonces no comparto cosas que están en los libros y que es importante que compartamos porque deben ser PÚBLICAS. Si pongo por delante el PARECER, entonces no hablo, por ejemplo, de la enorme mutación que me ha producido corregir el libro de José, para que nadie piense que estoy dorándole la píldora por ser mi marido, y entonces se pierde el excelente aporte por una falsa humildad muy propia del cuarto divergente, que no es más que una soberbia espiritual, un PARECER.
Esto, amigos, es parte de ASUMIR LA VALENCIA de uno. Independientemente de que otros vayan a pensar que uno hace publicidad, que uno es soberbio, que quiere vender, que está alabando a alguien... etc., uno hace lo que tiene que hacer cuando asume su valencia, porque entonces es cuando verdaderamente estamos poniendo por delante el SER, y observando sencillamente al PARECER con un AMOR que es capaz de incluirlo y transformarlo.
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