Ir al contenido principal

La sabiduría se adapta a las circunstancias

Todos lo vemos: las circunstancias sociales, económicas y políticas de hoy en día no son las mismas que las de los años sesenta o que en los años treinta. Por eso, la sabiduría que se expresa a través de algunas personas, se adapta a los tiempos que les corresponde. No podemos comparar la situación de exceso de materialismo en la que estamos sumergidos hoy en día, con los momentos de necesidad de los periodos de postguerras. Por eso, el mensaje cambia, aunque la esencia sea la misma. Si nos quedamos cristalizando al “maestro”, no seremos capaces de ver que la sabiduría ya mutó hace rato, y ahora se expresa de forma diferente.

Algunos Maestros de mediados de este siglo decían que las cosas de la transformación “espiritual” no deben ir unidas a ningún pago de dinero. Hoy en día, muchas personas se quedaron con estas aseveraciones, cristalizándolas y convirtiéndolas en un valor más, un valor “añadido” por un maestro, por lo que tiene más aferramiento que otros añadidos por personajes a los que doy menos crédito, o por la sociedad, más denostada y, por tanto, más fácil de quitar sus creencias.

La situación que hoy vivimos es de un exceso total de energía económica enfocada a lo material, a lo concreto; de modo que este tránsito precisa una derivación de esta energía material hacia un nivel más abstracto, para que pueda tomar más presencia física lo invisible. Esto no tiene nada que ver con “comerciar con lo que somos”, pues no estamos enfocando a “ganar dinero” a través de mostrarle a la gente lo que ya es, lo cual es un evidente engaño; sino que estamos aprendiendo a hacer una especie de “trasbase” de donde sobra, hacia donde no hay. Oriente y Occidente nos muestran este desequilibrio. Mientras los occidentales vivimos en un exceso de materialismo, Oriente se muere de hambre. Sí, son muy espirituales, pero no comen; de modo que ahí hay un grave agujero a salvar.

Como en todos estos temas, existe una delgadísima línea entre comerciar con el mensaje y hacer este trabajo de aplicar la energía material hacia lo inmaterial, por eso, cada uno debe ser completamente honesto consigo mismo y ver desde qué lugar lo está haciendo.

Recordemos que la sabiduría nunca es algo fijo, y si tenemos una creencia fija en cuanto a un tema, no corresponde al Ser Original, sino al programa.

La flexibilidad es una constante que debe estar de forma práctica en uno mismo para poder ir siguiendo el flujo siempre nuevo de la sabiduría.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Masculino, el Femenino y el Dinero

  "Equilibrio" Dibujo de José Mataloni EL DAR Y EL RECIBIR: MASCULINO Y FEMENINO Muchas personas dicen que se sienten más cómodas dando que recibiendo, por tanto, en ellas existe una programación mental previa para dar y no tanto para recibir. Recibir es la energía femenina. La naturaleza es una viva expresión de esta energía. La naturaleza recibe la energía del sol, que es masculina, y le otorga la vida. La naturaleza recibe, y al mismo tiempo da sus frutos. De hecho, utilizamos la palabra “natural” cuando queremos expresar que algo sale sin esfuerzo, como si fuera en la esencia de uno mismo. También decimos: “ es mi naturaleza ”, cuando queremos expresar que hacemos algo simplemente porque nos sale, como una vocación, o entregar una mano amiga o nuestro cariño cuando verdaderamente tenemos el impulso por el corazón. La naturaleza es un gran espejo en el que poder observar nuestra propia energía femenina. Durante cientos de años la energía femenina ha quedado r

DAR SE

Cuando das con la finalidad de recibir (reconocimiento, cariño, pertenencia, aprobación, validación...etc.), llegará un momento en que, al no recibir, uno cree que está “dando de más”, “que es tonto por dar a quien no lo merece”... etc... y quizás tenga razón en la superficie, pero en lo que sucede en lo profundo, es que está teniendo una finalidad no vista. Creía que estaba “dando de corazón”, pero estaba dando para recibir. La cuestión no es cuánto das, sino desde dónde das. Porque ese “desde dónde”, si no recibe, va a acabar culpando al afuera de que no le da lo que merece, de que no es visto, no es tenido en cuenta. Simplemente, no me veo, no me tengo en cuenta, y doy para recibir atención, aprobación, cariño... necesito que el afuera me diga que soy lo que yo mismo no puedo ver de mí, y si no la recibo, es “el otro” el culpable de no reconocer mi valía, valía que, yo mismo no puedo ver y por eso “obligo” al otro a que me reconozca. La generosidad de quien se posiciona en su valenc

El palo en la rueda

Cuando el ser humano se acostumbra a la mentira, después le cuesta encontrar a su propia verdad. Se acostumbra a poner su esperanza en el futuro, y a vivir un presente que prepara constantemente lo que le falta al ahora. “A mí no”... ,-dice- “a mí no me puede pasar lo que a otros les sucede”. Y observa a esos “otros” que no pueden alcanzar lo que él tiene. Y dice “soy afortunado”. “Cumplo con los preceptos necesarios para que a mí no, a mí no me pase”. Y así uno, pedalea en su bici, en esa dirección, observando a los lados de la carretera a los caídos. “Lástima, les pasaré unas monedas”. Y sigue avanzando. Ni por su imaginación se pasa verse a sí mismo a través de ellos. Es solo algo externo que pareciera errado. Quizás no supieron llevar sus vidas “como dios manda”. Quizás lo merecen, o quizás es mala suerte... ¿quién sabe? Y sigue pedaleando... -Ups!!! pataplaf!!! (ruido de alguien al caer) Un palo se metió en la rueda de la bici. Y mientras uno está en el suelo