Las reacciones, los impulsos de la mente, salen de forma inevitable, como una fuente con un fuerte chorro de energía. Podemos intentar, para que no se salga el agua, ir a tapar ese chorro por la fuerza, pero con el tiempo la potencia del agua volverá a salir.
Del mismo modo, no hay forma de frenar al pensamiento, de ponerle diques para que no estén esas cosas que me disgustan. “No quiero tener miedo”, me digo, entonces, cuando surge el miedo me engaño a mí mismo y me digo que no lo tengo, que soy valiente. Esta negación de lo que sucede realmente, es inmensamente común, y de hecho, cuanto más vamos descubriendo en uno mismo, más sutil se hace, y más engañosa si uno se empieza a creer que ya no lo hace.
Pero la fuente, ese chorro de reacción que es el HECHO REAL, sigue ahí, de modo que, por mucho que me diga a mí mismo que no, que no tengo una determinada expectativa, que no siento un determinado odio por alguien, que no me estoy engañando, que no estoy juzgando, que no me importa la opinión de otro... etc, el chorro sigue saliendo. Por eso, por mucho que observemos, si la observación no se produce en la reacción TAL Y COMO ES, esa observación no transforma, sino que me tiene dando vueltas.
Sin embargo, en cuanto observo con total firmeza lo que sucede, TAL Y COMO ES, SIN QUERER CAMBIARLO, SIN INTENCIÓN ALGUNA más allá del descubrir, entonces esa observación es absolutamente transformadora.
Observo ese impulso de miedo, esa reacción que me impulsa a salir corriendo, esa carga de culpa que aparece... etc...
Para poder observarlas tal y como son, tengo que poder aceptar el hecho de que esa fuente de reacciones que etiqueté de “indeseables”, está en mí, al igual que está en todos, pues tiene una constitución, una estructura, que nos afecta de la misma forma a toda la humanidad. Es decir, primero tengo que permitirme todas esas sensaciones “indeseables”, dejar de juzgarme por ello, aceptarlas, PUES ME HAN VENIDO DADAS. Todas esas estructuras inconscientes que hemos dibujado aquí como una especie de pulpo, es todo el condicionamiento que traigo “de serie”. Si me ha venido dado, ¿cómo voy a juzgarme por ello?. Cuando entiendo esto, puedo entonces permitirme la observación de todo lo que ahí sucede, sin querer mover un ápice de lo que sucede.
A medida que puedo permitirme esa observación, veo mis juicios, veo la energía que llevan, veo mis culpas y su carga, veo mis miedos... etc., observo SIN CONTROLAR nada de lo que sucede, simplemente permito a cada pensamiento, a cada carga, a cada emoción, surgir TAL Y COMO ES.
Entonces podemos acceder a VER todas esas estructuras inconscientes que estuvieron tanto tiempo manejándonos, por no ser vistas. Y en ese VER está la libertad.
Fragmento del libro "Los Fotogramas Invisibles: La Observación y la Economía en Convergencia"
Comentarios
Publicar un comentario