"Existe un momento en el que una conversación
se torna trascendente. Aquel momento en el que la vida pasa de ser una
seguridad, a convertirse en algo efímero, tan breve como las palabras
que en ese instante se dedican al interlocutor. Así uno
descubre que vive constantemente en la ignorancia de sentirse eterno,
pero cuando siente la brevedad del tiempo en su hermano, su igual, allí
todo cobra un color distinto, un sabor penetrante a intensidad y a
franqueza. Allí ninguna palabra sobra, pues no hay tiempo que perder con
naderías. Allí el sonido es innecesario, porque el ambiente se llena de
pequeñas partículas que transportan la inteligencia de una a otra
parte, como si se tratase de ínfimas ventanas favorecidas por una
extraña visión de lo incomprensible. No hay sentimiento que no sea
descubierto.
Allí compruebas que para la vida no es posible esconder un ápice de idea, de sentimiento o emoción. La vida todo lo hace transparente, todo lo evidencia. Entonces sueltas esa cuerda con la que tratabas de achicarte, aquella cuerda con la que te atabas a ese espacio ínfimo en el que creías protegerte.
Cuando no hay tiempo, cuando se te escapa la experiencia de las manos, entonces compruebas la falsedad de sentirse protegido, o seguro, o estable en medio del océano.
¿Qué protección puede recibir quien no tiene nada que temer?
¿De quién podría esconderse quien sabe que nada puede ocultar?
¿Qué estabilidad necesita quien navega acunado por las olas del mar?
Allí, en la transparencia de los sentidos, en la simplicidad del pensamiento, cuando pasado presente y futuro confluyen en un instante, en la profunda y oscura caverna amarga del dolor, es donde un hombre se transforma."
Allí compruebas que para la vida no es posible esconder un ápice de idea, de sentimiento o emoción. La vida todo lo hace transparente, todo lo evidencia. Entonces sueltas esa cuerda con la que tratabas de achicarte, aquella cuerda con la que te atabas a ese espacio ínfimo en el que creías protegerte.
Cuando no hay tiempo, cuando se te escapa la experiencia de las manos, entonces compruebas la falsedad de sentirse protegido, o seguro, o estable en medio del océano.
¿Qué protección puede recibir quien no tiene nada que temer?
¿De quién podría esconderse quien sabe que nada puede ocultar?
¿Qué estabilidad necesita quien navega acunado por las olas del mar?
Allí, en la transparencia de los sentidos, en la simplicidad del pensamiento, cuando pasado presente y futuro confluyen en un instante, en la profunda y oscura caverna amarga del dolor, es donde un hombre se transforma."
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