Ayer leí una preciosa anécdota sobre Verdi. Cuando tenía ocho años, su padre ahorró todo el dinero que pudo y compró una vieja espineta para que el pequeño pudiera estudiar música. El instrumento estaba en muy malas condiciones. Había un viejo llamado Cavaletti que se ofreció a arreglarlo. Cuando lo devolvió, bajo la tapa estaban escritas estas palabras:
"Yo, Stefano Cavaletti, he reparado este instrumento
en el año de gracia de 1821. Lo hice gratuitamente: el anhelo
que siente el joven Giuseppe Verdi para tocarlo, y su entusiasmo
por la música, son suficiente retribución para mi trabajo".
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