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El trabajo y la Salud






Si un hombre es llamado a ser barrendero, debería hacerlo como Miguel Angel pintaba, o como Beethoven tocaba música, o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer tan bien que todos los anfitriones de la tierra y del cielo se detengan para decir: ' Aquí vivía un barrendero grande que hizo su trabajo bien'.” 
Martin Luther King

Decía San Agustín: “Ama, y haz lo que quieras”; escasas palabras que esconden una enorme y brillante verdad. Uno piensa, porque lo piensa la sociedad y porque así nos lo han enseñado, que el trabajo es un mal necesario, y por tanto, es algo que no nos agrada realizar, pero que necesitamos para sobrevivir. Partimos de esta base para elegir profesión, o carrera universitaria, en los casos en los que creemos elegir... De esta forma, cualquier cosa que hagamos irá encaminada fundamentalmente a la supervivencia; el amor por lo que uno hace, queda en un plano muy pequeño o, en la mayoría de los casos, prácticamente inexistente. 

Relegamos nuestros talentos a meros hobbies, a aficiones sin valor y sin reconocimiento. Y con el paso de los años, estos talentos van aletargándose o desapareciendo, de tal forma que, cuando queremos buscarlos, ya no los encontramos. 

La naturaleza es sabia e inteligente. Nada en este mundo está hecho sin motivo. También es así con nuestros talentos. Cada uno de nosotros nace con unas aptitudes para realizar algo. Las abejas nos muestran cada día cómo funciona una colmena cuando cada uno concreta su labor natural. La naturaleza nos ha dado a cada uno un don del que relegamos porque el pensamiento social nos dice que solo unas pocas profesiones te pueden dar el poder y el dinero necesarios para triunfar en la vida. Y mientras buscamos desesperadamente dinero y poder, nos olvidamos de amar lo que hacemos y de hacer lo que amamos. 

Así nos paseamos por profesiones que detestamos, protestamos de la mañana a la noche por el trabajo que hacemos, por nuestro jefe, por nuestros compañeros, por los clientes... etc. Dice el doctor cirujano Mario Alonso Puig, que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo, deja el sistema inmunológico en situación delicada durante seis horas. Cada día comprobamos con más notoriedad que nuestras emociones están absolutamente relacionadas con la enfermedad. Es en este camino en el que nos encontramos llenos de dolencias procedentes de nuestro desamor por nuestro trabajo y, sin embargo, no somos capaces de deshacernos de él, porque el miedo es más grande que la verdad, obviamente, para nuestras pequeñas mentes. 

Hacer lo que uno ama es fuente de salud. Todo aquello que realizamos desde aquel sentimiento de profundo amor, tiene un fruto por completo diferente que aquello que hacemos desde la queja, el miedo, la envidia... 

Solo es necesario probarlo. Nada más que eso. No hace falta creer en estas palabras, sino “ver” cómo el sentimiento conduce a consecuencias que llevan su propio signo. 

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